Érase una vez una rosa muy peligrosa. Era imposible olerla, excepto una niña. Su nombre es Laura. Era muy lista, pero muy, muy pobre. No tenía dinero para la comida. Pero su papá era cazador y cuando cogía presas daba un poco a sus compañeros.
Laura era morena, alta y muy guapa. Un día un hombre trajo la rosa. Laura había oído hablar de ella. Un niño la olió un poquito y envejeció. Laura la olió y no pasó nada. Todo el pueblo lo vio y Laura con su familia se hicieron ricos.
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