Había una vez un Ratón que vivía debajo de una escuela.
Se había construído su casa-cueva cerca de la tubería de la calefacción, para estar bien calentito en invierno.
La casa tenía dos puertas: Una daba al patio de la escuela y la otra estaba en un rincón de la clase, justo detrás del armario de los juguetes.
Por las noches, cuando la escuela se quedaba vacía y a oscuras, el Ratón, que vivía allí desde antes de empezar el curso, salía de su escondite y recorría la clase de arriba a abajo. Buscaba cualquier cosa que se pudiera comer: queso, pan, caramelos o galletas. Algunas veces que no encontraba comida se contentaba con mordisquear algún folio o algun libro blandito de los que
estaban en las estanterías.
Por las noches, cuando la escuela se quedaba vacía y a oscuras, el Ratón, que vivía allí desde antes de empezar el curso, salía de su escondite y recorría la clase de arriba a abajo. Buscaba cualquier cosa que se pudiera comer: queso, pan, caramelos o galletas. Algunas veces que no encontraba comida se contentaba con mordisquear algún folio o algun libro blandito de los que
estaban en las estanterías.
"El papel se fabrica con la madera de los árboles" -decía el Ratón- "La fruta, que está muy buena, nace de los árboles", -y se quedaba pensando unos segundos-. "Si me como el papel que se hace con árboles igual que la fruta, que nace en los árboles, seguro que me alimento y me pongo muy fuerte".
Una mañana que estaba el tiempo muy feo y parecía que iba a llover el Ratón estaba aburrido y se atrevió a mirar por el agujero de la puerta que estaba en el rincón de la clase. Pudo ver como estaban sentados todos los niños haciendo la tarea que había puesto la maestra en la pizarra. Tenían muchos cuadernos y libros llenos de ricas hojas de papel fresco. Al Ratón se le hacía la boca agua pensando en el banquete que se iba a dar con aquellos libros tan gordos que había encima de las mesas. Estaba muy nervioso porque no podía aguantarse el hambre y sabía que corría mucho peligro si entraba en clase cuando estaban las niñas, los niños y la maestra, que era la más grande de todos y la más peligrosa.
Después de un rato largo pensando en si entraba o no entraba se fijó en un niño que andaba dando vueltas por la clase y no hacía su tarea. "Vaya, un niño despistado" -pensó el ratón-, "Ha dejado su cuaderno abandonado y no lo cuida nada". -sin pensarlo ni un momento echó a correr y se subió, trepando por la pata, hasta la mesa donde estaba el cuaderno abandonado.
Lo enganchó con sus patas y se lo llevó a la boca. Agarró el cuaderno con sus largos dientes de roedor y de un salto se lanzó al suelo y aterrizó suavemente gracias a que el cuaderno hizo el efecto paracaídas. Al llegar al suelo enganchó el muelle en su pata y corrió veloz hasta la puerta de su escondite. "Me voy comer este cuaderno en tres bocados, mmmm", -dijo sin poder contener la emoción.
Al llegar al agujero por el que tenía que entrar a su casa se dio cuenta de que el cuaderno no cabía. "Vaya mala suerte", -pensó el Ratón. Tendré que volver esta noche y hacerlo trocitos y llevarmelo poco a poco.
Un niño que estaba mirando a la pared vio el cuaderno pasar corriendo hasta el rincón y pensó que estaba soñando. "Esto no puede ser" -dijo el niño-. "Los cuadernos no andan solos, no tienen patas".
El dueño del cuaderno, que llevaba un rato paseando por la clase sin acordarse de la tarea, empezó a aburrirse y pensó en seguir trabajando. Fue a su mesa y miró por todos lados pero no lo vio. "Me han robado mi cuaderno" gritó alarmado.
Un niño que estaba mirando a la pared vio el cuaderno pasar corriendo hasta el rincón y pensó que estaba soñando. "Esto no puede ser" -dijo el niño-. "Los cuadernos no andan solos, no tienen patas".
El dueño del cuaderno, que llevaba un rato paseando por la clase sin acordarse de la tarea, empezó a aburrirse y pensó en seguir trabajando. Fue a su mesa y miró por todos lados pero no lo vio. "Me han robado mi cuaderno" gritó alarmado.
La maestra empezó a buscar el cuaderno y les dijo a todos que la ayudaran a encontrarlo. Todos miraron en los cajones buscando y buscando pero ninguno lo encontraba. La cosa se estaba poniendo fea porque nadie sabía que había pasado con el cuaderno y el cuaderno no aparecía.
De repente el niño que había visto pasar el cuaderno correr hacia el rincón recordó la escena y dijo: "¿Y si no estaba soñando? Voy a mirar al rincón a ver si está el cuaderno desaparecido".
Al llegar al rincón se agachó y pudo ver con sorpresa como un ratón huía por un agujero dejando atrás un ¡¡¡CUADERNO!!!.
"Aquí está el cuaderno, aquí está el cuaderno" dijo con alegría a sus compañeros. "Un ratón lo dejó ahí". Todos le miraron con cara de asombro y ninguno le creyó.
-Y si no ha sido un ratón ¿como llegó hasta ahí el cuaderno? -dijo el niño un poco asustado.
-¿Quién ha puesto ahí el cuaderno? -preguntó la maestra.
Pero ninguno contestaba y todos prometían que ellos no habían puesto ahí el cuaderno.
-Pues si vosotros no habéis puesto ahí el cuaderno y yo tampoco, lo habrá puesto el ratón Escondón- les dijo a todos la maestra.
Entonces sonó el timbre y todos se marcharon a casa y al final no sabían si habían estado en clase o en un cuento de miquimaus.
-Y si no ha sido un ratón ¿como llegó hasta ahí el cuaderno? -dijo el niño un poco asustado.
-¿Quién ha puesto ahí el cuaderno? -preguntó la maestra.
Pero ninguno contestaba y todos prometían que ellos no habían puesto ahí el cuaderno.
-Pues si vosotros no habéis puesto ahí el cuaderno y yo tampoco, lo habrá puesto el ratón Escondón- les dijo a todos la maestra.
Entonces sonó el timbre y todos se marcharon a casa y al final no sabían si habían estado en clase o en un cuento de miquimaus.
**********Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO************
3 comentarios:
esta muy bueno
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